jueves, 9 de agosto de 2012

DIARIO DE INFANCIA: LLUVIA

Hay quienes la detestan. Hay quienes se enconden de la lluvia. A mi me encantaba sentirla en el cuerpo, mirarla por la ventana, sentir el olor a tierra humeda.

Ver las caminatas de las ranas, el tono opaco del cielo, las miradas que se ponen grises, la soledad del potrero, los secadores deslizandose, la escuela abandonada, el misterio de las nubes, los recuerdos de lluvias antiguas, las mujeres de lluvia, los espejos empañados, las tortafritas, los collage de papel glasé, la musica de los techos, el grito de las tuberias, los zocalos fluyendo.

Y sobre todo, a esa mujer que solo era traída por la lluvía.

PORQUE TE GUSTA LA LLUVIA

Porque te gusta la lluvia andás el mundo por los bordes, lejos de los ejes, como un satélite confuso .
 Porque te gusta la lluvia haces a un costado tu paraguas violeta a lunares rosas y dejás que las gotas imprevistas que caen de los tejados ensucien tu cabeza. Pensás que es hermoso el cielo gris y melancólico,  como el de una lejana película de cowboys . Mirás las ranas trepándose a los juncos arrastradas por la lluvia a lugares insospechables.
Porque te gusta la lluvia reís  cuando llega y no entendés que todo el mundo esté malhumorado y escape del agua como de una manada de lobos. Estás afuera cuando todos  están adentro en sus trabajos de oficina, en sus negocios,  o mirando  novelas mejicanas de tres de la tarde . Odias los bordes dorados del sol y despertar sabiendo que tenes que fingir un yo cuando quisieras despertar siendo otra o nada.
.Te gusta la lluvia y viajar en colectivo mirando por la ventana como los hilos transparentes se tejen verticalmente sobre el suelo. Te gusta la lluvia fina, con sol, cuando se casa una vieja. Te gusta la lluvia tormentosa, cuando el cielo se oscurece y las tres de la tarde son las ocho de la noche.
Cuando conoces a alguien  nunca le preguntas el nombre, ni si estudia, o trabaja. Tampoco preguntas sobre su signo  zodiacal o su equipo de fútbol. Debes saber si le gusta la lluvia, si trato de suicidarse alguna vez, si probó los juguitos congelados que vendían hace diez años. Aunque, pienso, que no preguntabas nada. Por vergüenza o por falta de ganas. Da lo mismo.

 Finalmente,  decías que te hubiese gustado ser una gota y estrellarte contra el piso, extraviarte en las baldosas del patio. Borrarte con el sol de la mañana.

LLUVIA

La lluvia
trae cementerios
de palabras
nos cambia algo
nos roba un pedazo
lo ilumina
hilos de palabras
atadas
a la lluvia
sueños antiguos
de granizo
como volver
a la lluvia
de la huida.

CANCION PARA LA LLUVIA


De repente, se hace de noche. El cielo oscurece, cierra los ojos rapidamente, y la tierra se perfuma de lluvia.
Los autos pasan trayendo el mar. Las camisas se descuelgan de los tendederos.
Podría salir a la calle a contar los paraguas, o lamentarme por la ausencia de las ranas.
Pero, ahora mismo,  bajaron el telon del planeta y todas las caras estan moldeadas por la lluvía. Los ojos laten como las goteras.

Escucho la voz de la tristeza. La lluvia me gusta por eso. Es perfecta pata la melancolía. Es decir, la nostalgía del presente. Kate Bush canta Mother con esos agudos suaves que solo pueden salir de su graganta.
Las gotas caen como hilos transparentes. Van tejiendo lagunas.

La ventana empañada es como un cuaderno por estrenar. Escribo con letras grandes un nombre. Pero, las letras se van desarmando y caen en el marco. La palabra se desangra. No quiero escribir nuevamente. Así esta bién. Que mi nombre se extinga como la lluvia.

Las gotas, golpeando los zocalos, suenan como el final de un beso.

La lluvia llora sobre el mundo. Y espera, una vez más, que ese oscuro sol llegue para robarle las lagrimas.

ENCUENTRO

Caía una lluvía fina. Recuerdo, los cables de telefono tejiendose a medida que las nubes se llenaban de niebla. Después la ví. O antes. Y miré hacía el cielo para perderla. Las gotas de lluvia parecían de hilo. El mundo había oscurecido. Solo quedaban faroles y estrellas. Recuerdos del sol.
La ví de nuevo, en el horizonte, como borrandose. Tenía el rostro de todas las  mujeres que había amado.
Paró. Las calles espejadas, el color del cielo, decían que había llovido y que ya no volvería a ser el mismo.
Tuve esta impresion: La conozco. Y la plaza desierta.
Su cuello era fino y blanco, como la lluvía.
Entonces llegó por fin el colectivo y se la tragó.

VENTANA DE LLUVIA

Miro por la ventana de la lluvía. El marco es marron oscuro, pero puedo ver un verde antiguo. Recuerdo un barco de papel de diario. Un barco lleno de caras con risas estampadas como calcomanias.
El olor de la tierra  humeda es como una melodía que une los tiempos.
Pego una estrella plateada a un fondo blanco, para inventar otro universo. La plasticola, me digo, es el misterio que une los imposibles. Ninguna tijera podrá escindirnos, pienso.
Y la lluvia que trae tantos mares y volcanes extinguidos.

CAMINO A LA ESCUELA


El camino a la escuela  desde mi casa es corto . Pero, en ese entonces, o eramos muy chicos o el mundo era muy grande.
Recuerdo cosas que ya no existen: La larga hilera de siempreverdes en el frente de una casa muy cercana  que, en los días de lluvia, tenía un olor especial a tierra húmeda y melancolía. Recuerdo el quiosco de Adrian (Imagina) donde comprabamos los Naranjú, que no podían faltar en unos bolsillos repletos de envoltorios de golosinas ( yo las comía sigilosamente, escondiendo el dulce bajo el banco, no por tener sapos en la barriga sino por pura verguenza).
Las figuritas de diez centavos, que se pegaban con plasticola, también podían adquirirse en "lo de Adrían". No puedo olvidar que en el paquete podían venir, entre otras,  las imagenes de Dick Tracy, Guillermo Francella o Bugs Bunny con la camiseta de San telmo. Una especie de sopa donde lo imaginario y lo real se mezclaban.
Y asi era también la vida.

¿Quién no miró, al menos una vez,  por la ventana del aula los días de lluvia esperando ver a algún duende y, en cambio, veía a un vendedor de seguros con las orejas puntiagudas?
¿No estabamos seguros (valga la redundancia ), en tal caso, que en realidad se trataba de un duende camouflado?
¿Porque los días de lluvia?
Porque sí. Y porque la lluvia aun se entrometía en nuestras vidas sin provocar un "la puta madre".
La lluvia e que se divertía suspendiendo partidos de futbol.
La lluvia era "otra cosa" y todavia pienso que es una extensión del patio de la infancia.
Era faltar a la escuela, cazar ranas en las plantas, dejar que las canaletas escupan nuestras cabezas sintiendonos dichosos. O era unas largas botas de explorador, saltar charcos inmensos, ver que caras ocultan los paraguas.
Los adutos escapaban a la lluvia.
Yo me recuerdo inmutable, anclado en la tormenta, mientras mamá me tiraba del brazo.

Durante el camino a la escuela a veces nos acompañaba un pensamiento al que llamaremos "hoy le voy a decir"  o, en su defecto, "hoy me estampará su firma".  cuando ese pensamiento fragil (ese fuego timido) nos acompañaba, lo tomabamos fuerte de la mano para que no se escape y, sin embargo, apenas entrabamos al aula aquél parlanchin pecoso se iba corriendo y era reemplazado por otro que recibirá el nombre de "mejor otro día".

Todo era perfecto. Nada puede fallar en un mundo donde el hada de los dientes es más importante que Bill Gates.
Y no importaba quienes eramos ni quienes seriamos. Podiamos entrar y salir de un daleque y ser huracanes, cocodrilos y astronautas. Pero, eramos poetas sobre todas las cosas.


El camino a la escuela era observado por un sol. Pero, no era el mismo sol que ilumina como un farol las calles repletas. Era un sol secreto,diminuto, de bolsillo, importante. Todas las mañanas nos tocaba el timbre o  nos golpeaba la puerta.

El trayecto hacia la escuela comenzaba antes de que termine el inspector Gadget. Y, en ocasiones, era una larga carrera para no llegar tarde. También era encontrarse  un complice, la felicidad de una supuesta desinfeccion o una supuesta amenaza de bomba. Por esto, debiamos desandar el camino antes de lo previsto decorados con una risa imposible de borrar con Liquid Paper (estoy seguro de que tengo complices en esto).

EL camino a la escuela no era un camino. Era una barranca que nos deslizaba, las vias de un tren antiguo, una autopista espacial.

Otro día hablaré sobre el camino de vuelta. Ahora me es imposible. Nunca volví.