ARMADO
Lo principal es que el barrilete tenga un esqueleto de caña
resistente para que sea liviano y no se quiebre. Notese que su
esqueleto no debe ser como el nuestro que nos incapacita para tocar las
nubes y los eclipses de luna y además suele quebrarse.
Después debemos colocarle la piél o el papel (que
pueda afrontar los vientos más salvajes). Debe ser del color que a uno
le guste, cuanto más brillante mejor, ya que el barrilete es como un
faro en el cielo.
Cuando tenemos el cuerpo terminado, debemos
colocarle la cola, el contrapeso, el shang del shing, para que no se
desplome. Además, de lo contrario, estariamos tratando con un barrilete
demasiado idealista y no conviene ya que vuelan para donde les da la
gana. Eso es genial en los humanos, pero creanme que no en los
barriletes.
Por ultimo, le ponemos el hilo, la conexión con la tierra, el medium que nos hace ser uno con el barrilete.
El decorado es lo que hace que tu barrilete sea tuyo y de nadie más. La personalidad del barrilete.
Si
no quieren pasar por esta experiencia lo mejor es que les digan a sus
abuelos que lo hagan, ya que la mayoría son expertos en barriletes. Si
no tienen abuelos, pidan uno prestado.
LA PLAZA:
La plaza era el lugar donde los barriletes desfilaban
¡Allá va una mariposa! ¡Mirá a la lechuza! ¡Y la luciernaga! ¡Allá va la felicidad volando! ¿Ese es el barrilete de
don Julio?
La plaza es nuestra tierra encantada, los arboles conocen todos nuestros secretos, y es la aeropista de los barriletes.
¡Allá va un barrilete remontando a Marquitos!!!
VUELO:
Cuando remontás un barrilete sos como un hijo no
reconocido del viento. No hay nada en el
mundo que pueda compararse a la sensación de hacer
volar a este barco a la deriva.
Porque llega un momento en el
cual el barrilete ya no vuela, está solo suspendido en el aire, se
sostiene del aire como de una pared y el cielo es como un muro de
pájaros. Porque, en ese preciso instante, vos sos el que está volando
¡Estás volando de verdad!
No estás remontando un barrilete. El barrilete te está remontando .
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