jueves, 9 de agosto de 2012

ROMPECABEZAS


Recuerdo que de chico me encantaba armar rompecabezas. Cuando crecí, esta actividad empezó a entrar en la bolsa de "lo mas aburrido del mundo".

Y ahora, con el pasado rondandome, me encuentro otra vez como ese chico frente a las piezas dispersas. Buscando la forma de ensanblar una con la otra. Pero ¿Cómo ensanblar la tarde de la pelopincho a un gran reloj cucú? ¿Como hacer que un ojo poseido por el flash de la camara entre en la planta de bolitas venenosas?
¿Como saber cuales de estos recuerdos son reales y cuales ficticios? De seguro, todos tienen algo de ficción. La vida es también los mitos que elegimos.
La vida es la historia de como se cuentan las historias.

Cuando llego a este punto , tengo que preguntarme si las historias de mi vida ( tienen un porcentaje alto de realidad. Pero, la realidad es una ficción. Entonces, dependo del imaginario colectivo.

El hecho, es que tal vez muchas de estas historias tengan poco de verdad (y acá necesito pactar con el lenguaje, me cuesta hablar de "verdad", pero no quiero que el texto se me vaya de las manos). El hecho, como decía, es que muchos  recordamos estas historias de la misma forma (con algunas variantes, claro). Entonces, digo, hay un imaginario ,de la generación del 90, de ese mundo ya casi evaporado, que nos une.

Y como nos une nos separa. Porque todos seguimos viviendo. Algunos más vivos que otros.

Con todas las piezas dispersas, cada uno arma su invención, su todo (su casi-todo). Este no es un rompecabezas convencional. Cualquier cosa, con un poco de imaginación, ensambla con todo.

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