El pensamiento magico de la niñez ayuda a transitar un mundo mas vivo, lleno de misterios.
Cuando uno crece, el mundo parece ampliarse y volverse mas complejo,
pero (en verdad) el mundo se chica, se vuelve insipido, cruel,
desangelado. Todos los fantasmas parecen ser solo la sabana, las cascara
muerta.
En los noventa, mi viejo tenía un Sian Ditella celeste (despinatdo y,
casi, gris). Ibamos a todos lados con ese auto. Hasta que, por falta de
plata para mantenerlo, decidió venderlo.
Yo me había encariñado con el auto. Para mí, era un ser viviente ¿Cuanto
nos extrañaría a mi y a mi hermano? ¿Como lo cuidarian sus proximos
dueños?
Yo lo imaginaba triste, llorando en la soledad de un oscuro garage. Con las luces casi apagadas y el motor herido.
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